La vida como los limones



Hace poco me enteré que el mes de Octubre, para ser más precisa el 15, se conmemora el Día Mundial del Duelo por muerte Perinatal y Neonatal. Yo tenía 20 años cuando me embaracé por primera vez, un embarazo no deseado pero un bebé amado desde el primer momento. Después de la confesión con mis padres y de la aceptación a dicha situación, todos estábamos contentos por la próxima llegada del nuevo miembro a la familia. Una semana después el diagnostico cambio y nuestras vidas también. 

En ese entonces no conocía a nadie más en mi situación. Hoy a mis 30 años, son 4 mujeres y amigas que comparten conmigo este dolor silencioso y desgarrador, esto sólo en mi círculo social. Tú ya pasaste por esto pero, ¿qué dices? ¿Qué puedes hacer por ellas? Tú sabes que no hay palabra, no hay abrazo, y aún para aquellas personas que son más espirituales no hay oración que mitigue el dolor.

El tiempo lo cura todo, pero ¿qué hacer mientras pasa ese tiempo? ¿cómo despejar tu mente? Lugar en el que estaba y me topaba con un bebé o un niño, me traía a la mente mi desgracia, y como evitar sentir eso, no puedo desaparecer a toda la gente para no sentir feo, ¡la vida sigue! me repetía día a día. Pero debo puntualizar que platicarlo con una buena amiga ayudó mucho, tener el sentimiento dentro no ayuda.

Pasaron los años, 6 para ser exacta, me casé y a los 4 meses de casada la prueba de embarazo da positivo. ¡Dios mío! pensé. Estaba yo sola en un super mercado cuando me realicé la prueba casera y mi sonrisa no podía disimular, estaba muy contenta. Yo aún seguía con el issue de que por algo no había sido mamá la vez anterior y que algo malo seguro me iba a pasar, tenía esa preocupación todo el tiempo. 

Después del primer trimestre de nauseas, mareos y vómitos, me da una infección urinaria muy fuerte y caigo en el hospital. Todos esos diagnósticos de que podía perder al bebé, me remontaron a lo que había vivido y mi miedo ante la probabilidad de pasar por otro duelo me ponían muy mal. Gracias a Dios y al esfuerzo de los doctores, después de 3 días internada todo marcho bien, el bebé estaba sano y a mi me tocaba hacer reposo absoluto.

A los 6 meses me detectan mediante una prueba de orina una bacteria muy peligrosa llamada Pseudomona, una bacteria hospitalaria que por lo regular se obtiene durante una operación, lo que no era mi caso; y que el riesgo de sepsis en caso de salirse de control, era una probabilidad. Con esa descripción, más que por mi vida, temía por la de mi hija, ya que era la más vulnerable por estar dentro del vientre y no contar con un fuerte sistema inmunológico.

Se imaginarán mi preocupación, pensaba lo peor. Una noche, sola y con mis ojos hinchados de tanto llorar; me hinqué y le pedí a Dios con todas mis fuerzas que si era su voluntad desapareciera esa bacteria de mi cuerpo, que todo diagnóstico no tiene validez cuando su voluntad se hace presente en nuestras vidas. Un mes después, la pseudomona seguía ahí, pensé- “tal vez no alce la voz lo suficiente para que Dios la escuchara, necesito mas fe, más dedicación”- y me puse a orar día y noche, platicaba con Dios, como con un amigo. El siguiente resultado dio negativo, estaba limpia y sana, ¡Gloria a Dios! Desde ese momento tuve la certeza de que Jesús estaba conmigo y con mi bebé, que lo estaría hasta el final.

Semana 36, ya sabíamos que era una niña. Me empiezan a dar contracciones. Reposo absoluto para aguantar hasta la semana 38 como mínimo para poder hacer una cesárea (por el antecedente de la bacteria, no se podía poner en riesgo la integridad de la bebé al ser parto natural). Victoria nació el 4 de abril del 2016, colorada como una manzana, pesando 3 kilos 640 gramos y midiendo 50 centímetros. Sana, fuerte y sin afectaciones por todo el medicamento y por toda la odisea que pasamos juntas durante el embarazo. Puedo decir que los caminos de Dios son inciertos, un día puede estar soleado y a medio día puede haber una tormenta.

Puede el árbol estar frondoso y lleno de fruto pero sus limones o al menos uno de ellos puede estar agrío, pasado y sin jugo y no lo sabes como será hasta que lo partes y lo pruebas. No sabemos las pruebas que la vida nos traerá a lo largo del camino y no lo sabremos hasta estar ahí. Le puedes poner azúcar al limón, rebajar la acidez con agua o usar un exprimidor para sacar todo el jugo posible, exprimir al máximo el limón seco, pero todas estas acciones dependen de ti. El limón ahí esta, tal cual te toco, ¿qué le vas a poner para mejorar su sabor? Dios se ha convertido definitivamente en mi azúcar, en mi agua y en mi exprimidor.  Podría decir que mi primer bebé se convirtió en el exprimidor que saco toda la fuerza que no sabía que había dentro de mi, toda la fe y la esperanza; y mi Vic le dió a mi limón agrio la azúcar que necesitaba. ¿Cómo te tocó tu limón hoy? ¿quién o qué es tu azúcar?

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